Ya bailamos mucho, ¿vamos a la barra?
Los hispanohablantes sabemos que en el mundo de nuestro idioma hay una gran variación en cuanto al uso de los tiempos verbales del pasado. Donde el estándar peninsular exigiría un hemos bailado, es muy normal para mucha gente decir bailamos. O sea, usan el pretérito perfecto simple (o pretérito perfecto) en vez del pretérito perfecto compuesto (o pretérito indefinido).
Pero un hablante rural de las islas Canarias a lo mejor diría bailemos. Y no sería una forma del subjuntivo, sino que sería su manera de expresar el pasado. Ya bailemos mucho. Ahora bien, esta variación ya no es un empleo distinto de tiempos verbales, sino que la mismísima forma está sujeta al cambio. Para aquel hablante canario, sería muy normal decir «El año pasado bailemos en la fiesta» en vez de «El año pasado bailamos en la fiesta». Y tomemos, y cantemos, y celebremos, porque su forma de la primera persona plural del perfecto simple termina en -emos, no solo para verbos de la segunda conjugación (en -er), sino que también para los de la primera (en -ar).
¿Y de dónde viene esta forma? Pues no se sabe del todo. Una explicación bastante probable es que se haya formado por lo que los lingüistas llamamos analogía: la evolución de una forma aplicando el esquema de otras formas semejantes. Un ejemplo típico para ello es la forma he rompido, formado por niños en vez de he roto, por analogía con otras formas de participios en -ido. ¿Y cuál sería el esquema detrás de bailemos? Sería la primera forma del singular bailé, que se supone que ha influido sobre la primera forma del plural bailamos. Yo bailé. Nosotros bailemos.
Sin embargo, esto solo explica por qué la forma nueva es bailemos y no otra (p. ej., bailimos). Se podría argumentar, además, que existía una necesidad de tener una forma diferente a bailamos: la ambigüedad entre la primera plural del presente y del pretérito perfecto compuesto. El bailamos mucho estándar puede describir tanto una acción en el presente (o recurrente) como también una acción pasada, ya acabada.
Los lectores atentos ahora dirán que la forma bailemos ya tiene otro significado. ¡Si es la forma del subjuntivo! Pues sí, pero aquí el argumento sería que las formas del subjuntivo (Quiero que bailemos) y del indicativo (Ayer bailemos demasiado) se pueden distinguir por el contexto. Sin embargo, este argumento también es válido para la primera ambigüedad, ¿no? En Bailamos mucho es muy probable que se sepa por el contexto si el hablante baila o bailó. Y, por cierto, existe una forma alternativa del subjuntivo en Canarias: báilemos, con acentuación en la primera sílaba (¿a lo mejor por analogía con el subjuntivo de la primera singular yo baile?). Esta forma resolvería el problema de la ambigüedad entre indicativo y subjuntivo…
Ya hemos visto por qué no se sabe de dónde viene esta forma en -emos y tampoco por qué surgió. Existen teorías, hipótesis, argumentos… pero nada de ello está confirmado al cien por cien. Ni al noventa por cien. Lo único que sí se sabe con certeza es que formas como bailemos sí se usan hasta hoy en día, en el ámbito rural de las islas Canarias. Y que hablemos nuestro idioma ya hace siglos, lo que dejó sus huellas en las variedades actuales.
Escrito por Dominik Martínez en el marco del curso Problemas de dialectología hispánica: el español en Canarias.