De cosas (in)significantes

Res non verba ­– “Hechos, no palabras” – ya se decía en el tiempo de los romanos. De hecho, ¿sabías que la palabra latina res, aquí traducida por ‘hecho’, significa ‘cosa’? La verdad es que este vocablo se emplea en muchas otras palabras que conocemos, como por ejemplo república (del latín res publica), o sea, literalmente ‘la cosa pública’, es decir, la forma de gobierno que pertenece a todos y todas. Por cierto, es sabido que el significado de las palabras puede cambiar mucho a lo largo de los siglos. A veces hasta puede llegar a significar el contrario de su sentido originario. En catalán, por ejemplo, res pasó a significar ‘nada’, como también en francés rien.

En la morfología, una rama de la lingüística que estudia la estructura y la formación de las palabras, se suele distinguir entre dos tipos de palabras: los “lexemas”, como perro, que son palabras con un significado que se refiere a algo que queremos nombrar, en este caso un animal, y los gramemas, que no suelen tener un significado además de su función gramatical, como por ejemplo la palabra y, que nos ayuda a juntar palabras o frases.

Sin embargo, hay algunos lexemas que en realidad no significan mucho, y que por eso significan casi todo a la vez. En español tenemos varios ejemplos que usamos constantemente y que, dicho sea de paso, ya he usado más de una vez en estas escasas líneas. Me refiero a palabras como: cosa, algo, eso, vaina y así suma y sigue. Popularmente se considera a estas palabras una especie de vicio lingüístico, pues son una solución fácil para expresar lo que sea cuando uno no conoce o simplemente no se acuerda del término concreto. Si eres un lector poliglota, estarás pensando que este fenómeno se da también en otras lenguas. Sí, por supuesto. En las lenguas romances, con el étimo común latino CAUSA, tenemos en francés chose y en portugués, coisa; en las lenguas germánicas tenemos en inglés thing y en alemán, Ding­.

A propósito del alemán, es interesante referir que en sus variedades habladas en Suiza existe incluso un verbo para designar acciones de cuya palabra no nos acordamos: dingsle. Por impresionante que pueda parecer, en español tenemos una palabra correspondiente: aquellar

  • ¿Pero, qué dices? Si hasta el programa Word no lo reconoce…
  • ¡A ver lo que dice el DRAE!

El diccionario atesta que es un verbo coloquial desusado. Sin embargo, parece seguir vigente en algunas regiones dialectales de España peninsular, como Salamanca y Extremadura, de las islas Canarias, como La Palma y Gran Canaria, de América, como en Puerto Rico. Además, también existe regionalmente en portugués y gallego, aquelar, justamente en la zona fronteriza entre Portugal y Galicia. En un catálogo de modismos de las islas Canarias se considera a este verbo “el colmo de la sencillez filológica”, pues sustituye a todos los verbos por uno… – ¡Que práctico! ¿Y usted? ¿Aquellaría esa cosa?

A la inversa, para mucha gente estas palabras son un ataque a la inteligencia verbal, pues implican que reduzcamos nuestro vocabulario individual y contribuyamos a lo que llaman de pobreza idiomática…  – ¿¡No veis que estamos aquellando el lenguaje!?

Sea como sea, estas cosas (in)significantes pueden estimular nuestro pensamiento acerca de cómo comunicamos y pensamos. Y eso, a mi modo de ver, ya vale la pena.

Escrito por Patrick Rebelo Santos en el marco del curso Problemas de dialectología hispánica: el español en Canarias.

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