Del 25 de junio hasta el 1 de julio de 2023, un equipo de 35 personas de las universidades de Zúrich, Lausana y Humboldt de Berlín hizo una campaña de encuestas para el proyecto Rurican en La Gomera. Algunos estudiantes de la Universidad de Zúrich han escrito breves testimonios del viaje: este es uno de ellos, escrito por Yasmine Schönholzer.
Las santiguadoras y su papel en la sociedad
Hay muchos años, las santiguadoras asumieron un papel sumamente importante en las islas Canarias. Me imagino, querido lector, que al leer la frase anterior te han surgido diferentes preguntas: ¿“Hay muchos años”? ¡Está mal dicho! Debería ser “hace muchos años”, ¿no? Y ¿quiénes eran las santiguadoras y qué hacían? Espero que los siguientes párrafos aclaren tus preguntas.
Empezamos con el aspecto lingüístico: ¿es correcto utilizar hay en estructuras temporales? No es una pregunta fácil de responder. Hoy en día, el verbo haber se limita principalmente a dos usos: por un lado, como verbo auxiliar de los tiempos compuestos (“la mujer ha comido”) y de perífrasis verbales (“hay que obedecer”) y, por otro, como verbo existencial (“hay tres hombres”). La construcción haber + argumento temporal (AT) —como lo vemos en la primera frase de esta entrada de blog—, se considera, según la RAE, arcaica y solo permanece en el presente como frase lexicalizada: “poco ha” o “años ha”. Sin embargo, desde los primeros textos literarios españoles se documenta el haber impersonal con el valor temporal. Las explicaciones más plausibles en cuanto al origen que, de todos modos, sigue siendo incierto, es la adopción progresiva de ciertos usos y valores de sum por habeo, que se dan con frecuencia en las construcciones temporales latinas.
Para demostrar la evolución de las expresiones temporales de haber + AT a hacer+ AT doy una breve visión diacrónica, siguiendo a Francisco Torres Montes. Durante el español medieval y aún en el español clásico se observa una superioridad de haber frente a hacer para señalar dataciones o períodos temporales tanto con una cantidad precisa como imprecisa. A partir del siglo XVII se nota un ligero cambio, pero el predominio de haber no termina hasta la llegada de la novela realista en la segunda mitad del siglo XIX. Finalmente, durante el siglo XX se observaba la consolidación de hacer como el verbo impersonal temporal y haber se limitaba sobre todo a los dos usos mencionados al principio: como auxiliar en los tiempos compuestos y como verbo existencial impersonal.
No obstante, como casi siempre con rasgos lingüísticos, hallamos situaciones diatópica y diastráticamente diferenciadas. En las islas Canarias, todavía hoy en día, se emplea el verbo haber impersonal para indicar tiempo, igual que ocurría en el español medieval. Se trata de un comportamiento bastante extendido en el habla insular. Algunos investigadores optan por considerarlo un uso más bien de zonas rurales, mientras que otros afirman que se usa tanto en los niveles populares como en los cultos, como vimos durante el viaje de investigación en La Gomera. Según el Atlas lingüístico y etnográfico de las Islas Canarias (ALEICan), en las islas las formas con haber llegan al 43%. Cabe destacar que en Canarias no solo aparece había y hay sino también la forma plural habían concordada con el sintagma nominal que le sigue, pero este fenómeno lo dejamos para otra entrada.
Al principio, he prometido que os iba a explicar también quiénes son las santiguadoras y a qué se dedican. En una entrevista en Hermigua una informante nos habló del mal de ojo y de cómo protegerse de este —con la ayuda de una prenda o un accesorio rojo—, lo que me llevó a investigarlo un poco más y así me encontré con las santiguadoras y su papel en la sociedad. ¿Pero qué es exactamente el mal de ojo? Es una creencia popular supersticiosa que fue y sigue siendo sumamente relevante en las tradiciones populares canarias. Según estas, existen personas que pueden producir enfermedades, desgracias y daño o incluso provocar la muerte con su fuerza de vista. Asimismo, el Diccionario de la lengua española (DLE) de la Real Academia Española dispone de una entrada que se refiere a este fenómeno cultural: aojar. Como primer significado ponen hacer mal de ojo y añaden, además, desgraciar o malograr algo.
Como he mencionado más arriba, las santiguadoras son las que alivian o incluso hacen desaparecer el daño causado por las personas malvadas. Quizás os suena más el “curandero”, pero él no se dedica a exactamente lo mismo. En Canarias se suele utilizar “santiguadora” para referirse a las personas que curan el mal de ojo (sin recetar medicamentos, ni hierbas, ni pócima de ninguna especie) y “curandero” a las que utilizan medios materiales, tales como plantas (en este caso puede ser con o sin rezos).
Tanto las santiguadoras como los curanderos se deben sobre todo al hecho de que en el pasado en los pueblos no había ni médicos ni hospitales, que se encontraban solamente en las capitales de las islas. En el resto de las localidades eran abundantes las personas con conocimientos de curandería, hierbas, santiguos, etc. La dedicación a estas tareas, se supone, era para la mayoría de las mujeres una salida culturalmente aceptada a su situación con respecto a la marginación socio-cultural. En otras palabras, las santiguadores provienen normalmente de casas pobres, pero de familias que gozan de un gran respeto en la comunidad donde viven. Ser santiguadora no es una ocupación para hacerse rico, sino más bien para ganarse la vida. No reciben una gran compensación económica de sus clientes y vecinos, a lo mejor un regalito para mostrar su agradecimiento o algo que les sirve para ayudarse en sus necesidades.
Ahora ya no cabe duda de que tanto la tradición de las santiguadoras como el rasgo lingüístico hunden sus raíces en el pasado. No obstante, en Canarias se mantienen constantes hasta nuestros días, para algunos más, para otros menos.
Para saber más:
- Díaz Alayón, Carmen (2007). “El español de Canarias en el siglo XIX: el habla de los costeros”. En: Revista de Filología, 25, págs. 129-141.
- Bienes Brito, Noemí y Kohl, Mona (2016). “Santiguando en Canarias”. En: Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural, 7, 8, págs. 66-79.
- Díez Itza, Eliseo (1992). “Ha, hay, hace temporales en el Siglo de Oro”. En: Actas del II Congreso de Historia de la Lengua. Vol. I. Ed. por Manuel Ariza Viguera Oviedo: Universidad de Oviedo, págs. 373- 380.
- Hernández Pérez, Héctor (2014). La consolidación de hacer como impersonal temporal. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
- Torres Montes, Francisco (1998). «La sustitución de haber por hacer en construcciones impersonales con expresión de tiempo». En: Actas del IV Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española (La Rioja, 1-5 de abril de 1997). Ed. por C. García Turza et al. Logroño, págs. 851-861.